RESPUESTA A UNA DIATRIBA
 
Hemos podido leer un mail  enviado por un adversario político, vastamente difundido, que nos mueve a reflexión y nos invita a contestarlo. Se titula “Gobernando para la foto” y se refiere a la fijación, por el Consejo del Salario, del nuevo monto del Salario Mínimo vital y móvil, en $ 1.240,00.

Sus términos nos mueven a una previa reflexión: estamos en edad y condición para reconocer que cada uno “piensa con su cabeza” que “todos tenemos razón” ─ indudablemente que solo la “nuestra” ─ el único error es que normalmente actuamos como si la misma fuera absoluta cuando, obviamente, es solo relativa. Sin embargo nada obsta para que así funcionen las cosas y hasta podría afirmar que tenemos derecho a que así sea. Tenemos derecho a pensar lo que nos venga en ganas. Además ─ algo que confirma nuestro derecho ─ no queda claro que podamos “elegir” lo que sentimos y pensamos: es la resultante de nuestra experiencia vital; quienes somos, de donde venimos, como fuimos educados, que particulares e individuales vivencias tuvimos…. y sufrimos. Cuando denostamos a un adversario, cuando denigramos a un “enemigo” no reparamos en que estamos haciendo lo único posible: juzgando sus actos desde nuestra subjetividad. En realidad estamos diciendo, si esta persona tuviera mis valores, pensara lo que yo pienso e hiciera eso, le cabrían todos los improperios que le estoy destinando. Si pudiera tener acceso a “su” cabeza, me asombraría cuantas “razones” tiene para justificar sus acciones. Cuan convencido luciría de “razones” diferentes a la mía.

Hasta allí las cosas que un sólido sentido común indica. Que malo, en algunos casos, que no se tenga esta en cuenta esta “relativización” al momento de definir algo desde especiales responsabilidades. Expliquémoslo con un ejemplo: ¿Qué pasa si un Juez, responsable de interpretar y aplicar la ley dentro de parámetros normados, se deja llevar solo por su “personalidad”, por sus “humores”? Estaría elevando a absolutas sus “verdades relativas” y, dado que está para otra cosa, no cabría para él el “justificativo” que entendemos puede argüirse para el hombre común.

El que hace política desde un puesto público, el verdadero “político” como lo entiende la gente, no tiene normadas sus responsabilidades y hasta no le “conviene” relativizar sus verdades porque, enarbolándolas como absolutas, puede “llegar mejor” a quienes en ese momento están haciendo lo mismo desde su posición de ciudadanos rasos. No ha de contribuir en nada al diálogo, al consenso, al mutuo respeto de las diferencias pero puede encontrar un rédito, aún efímero pero rédito al fin, en repercusión pública.

Salvo extremos, en la política y en la exposición pública de opiniones no hay normas: no es delito expresar opiniones. Debería haber una responsabilidad ética… pero no parecen ser nuestros tiempos aquellos en lo que este principio sea claramente respetado.

Pasada esta larga reflexión/introducción vamos al hecho puntual: refiriéndose a la apuntada medida y al accionar del gobierno nos encontramos con las siguientes adjetivaciones: declaraciones grandilocuentes… peligrosa política… medidas “para la foto y las tapas de los diarios”… falta de calidad institucional… falta de dialogo y consenso… prepotencia oficialista… evidentes conductas demagógicas….

Refiriéndose específicamente al aumento: determinado en total precariedad… sin datos concretos referidos a la inflación que padece nuestra economía…. manipulados índices oficiales (precios, pobreza y empleo)… que mantienen a látigo y sangre las patotas del mas violento de los Ministros K…

Y sigue con severas afirmaciones valorativas: improvisada determinación… desoyendo a los trabajadores… palabras vacías de contenido… la credibilidad de la presidente se resquebraja, el autismo se acentúa… las lealtades conseguidas en base a la billetera oficial se resquebrajan… la demagogia ya es advertida por el resto de los argentinos… la debilidad de la actual Presidenta, que necesita del respaldo de su marido…

Trae luego a colación el conflicto vivido con las entidades agropecuarias diciendo: 120 días de conflicto y ni una solución al mismo, sólo se insiste con mantener la inconstitucionalidad de una medida confiscatoria, con la posibilidad de delegar las facultades tributarias al Poder Ejecutivo y con la patota de D’Elía y Moreno ganando las plazas a los golpes.

Sigue diciendo que: …llama nuevamente al dialogo, al consenso y a la paz social. Llama a evitar los enfrentamientos entre los argentinos, a no entrar en las provocaciones del oficialismo, a respetar la ley y orden democrático que tanto nos costo conseguir…

Termina señalando: … exhortamos al Gobierno a evitar las provocaciones, las divisiones entre los argentinos y a insistir con el diálogo.

Una Ley que recepte las inquietudes de los diferentes sectores, no es un signo de debilidad sino que es una muestra de grandeza y madurez que es lo que la población reclama.-

Señalamos que la subjetividad es algo prácticamente, insuperable para la persona del común que no tiene responsabilidades de conducción. Creemos que todos, sin excepción, tenemos el derecho constitucional a expresar nuestras opiniones y entendemos que, si pretendemos respeto a nuestras ideas, debemos respetar dogmáticamente las ajenas. En aras de algún nivel de diálogo… a pesar de lo antedicho, no creemos exagerar si recalcamos esto:

Repárese que, en una expresión de opiniones que remata llamando al diálogo, evitar enfrentamientos, respetar la ley y el orden democrático, se comienza catalogando a un gobierno legítimo ─ y a todo aquel que pueda defender alguna de sus posiciones ─ de:

GRANDIELOCUENTE; PELIGROSO; MENTIROSO Y FALAZ; ATENTADOR CONTRA LA CALIDAD INSTITUCIONAL, EL DIÁLOGO Y EL CONSENSO; RESPONSABLE DE LA INFLACIÓN “QUE PADECE NUESTRA ECONOMÍA”; MANIPULADOR; PATOTERO “A LÁGRIMAS Y SANGRE”; VIOLENTO; IMPROVISADO; SORDO A LOS JUSTOS RECLAMOS; AUTISTA; DESPREOCUPADO DE LA SUERTE ECONÓMICA DEL PAÍS; SOBORNADOR Y CORRUPTO; DÉBIL Y “FEMENINO” ─ en el peor sentido en que se puede emplear lo genérico ─ INCONSTITUCIONAL Y CONFISCATORIO Y AUTORITARIO “A GOLPES” y todo como una afirmación válida “per se”, descontando razonamientos, alternativas, argumentaciones.

Cada una de las adjetivaciones vertidas podrían caberle ─ con sólidas argumentaciones, por que se trataría de hechos ya acaecidos ─ a otros gobiernos de distinto signo al actual, aún algunos del color político de quienes hacen públicas sus anteriores opiniones. No es el caso… “cada uno piensa con su cabeza”.

Sí importa señalar que fructífero es diferir, si del encuentro de ideas surgen consensos. Poco constructivo es solo “demonizar”, acudir al epíteto. Parece trascender que, en una situación fácil y óptima, sin poderosos intereses adversos a las enormes mayorías, alguien tiene el poder necesario para “cambiar” todo mágicamente… y se abstiene de hacerlo. No importa si avanza, como objetivamente muestran las cifras. No importa si “aumenta” los sueldos, no importa sino reprime, no importa si mejora ciertas calidades institucionales.


El artículo se basa en un hecho: la mejora del sueldo mínimo, escasa en inflación. Con “manipulaciones” o sin ellas… estamos en la “hiper? Con “presunta crisis de credibilidad… estamos en el 2001? ¿Se puede hacer fácilmente algo “mágico”? Si es así propongámoslo. Será una verdadera manera de dialogar. Y quienes tienen responsabilidades públicas tienen la obligación ética de saberlo.