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Gabriela Pagnussat regresó en 2009 a la ciudad como investigadora del Conicet, después de destacarse por su labor en EE.UU.. Días atrás le comunicaron que es la única argentina, entre los 28 profesionales de doce países, que fueron elegidos para recibir el premio.

Gabriela Pagnussat es una bióloga argentina que por mérito propio se destacó en Estados Unidos, y por apego a la familia y a su país, hoy recompone su vida en Mar del Plata, donde investiga y acaba de adjudicarse un subsidio internacional. Ella es parte de la política de repatriación de científicos.

“Regresar fue la decisión correcta”, dijo Pagnussat. Una decisión que tomó con su marido, quien también había logrado una buena inserción como biólogo molecular en Estados Unidos, y con quien tiene tres hijos.

“No fue fácil. Después de casi seis años, estábamos muy bien, pero siempre quisimos formarnos en el exterior y luego regresar. Sobre todo estaba el tema de la familia. Queríamos que nuestros hijos crecieran en un entorno con abuelos, tíos y primos, y eso se lo estaban perdiendo”, comentó.

El camino del regreso terminó de abrirse cuando se enteraron de que la Argentina estaba repatriando investigadores a través del Conicet. “Inscribirnos fue un gran acierto. Nos facilitó enormemente el retorno”, que ocurrió en 2009, tal como recordó en una charla con Télam.

Pagnussat aseguró que la readaptación a la Argentina no fue fácil para los chicos ni para los grandes. “Es un crecimiento, a nivel personal y familiar, y cuesta más de lo que uno hubiera pensado. Pero bueno, ahora vemos a los chicos felices de crecer rodeados de sus primos, tíos y abuelos; estamos disfrutando de nuestros padres, de cómo ellos disfrutan a sus nietos, y eso no tiene precio”.

Al hablar de la realidad para los científicos en el país, afirmó: “Aún queda mucho por hacer, como mejorar la infraestructura de los institutos y jerarquizar la actividad científica, pero ahora se tienen infinitamente más recursos que cuando nos fuimos”.

Ahora, muchos de sus requerimientos de equipo y otros recursos quedaron resueltos. Pagnussat se convirtió en la única argentina entre los 28 jóvenes científicos de 12 países que fueron elegidos para recibir el Premio para Carreras Tempranas del Instituto Médico "Howard Hughes" (IMHH), de Estados Unidos.

Recibirá 500.000 dólares en cinco años a través de la Universidad Nacional de Mar del Plata, en cuyo Instituto de Investigaciones Biológicas (IIB) de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales revista como investigadora adjunta del Conicet. “Allí nos formamos como científicos y poder volver para retribuir de alguna manera la educación que se nos dio, es una gran satisfacción”, declaró.

El proceso de selección para el subsidio duró un año. Se postularon 760 jóvenes investigadores de 18 países; 55 de ellos fueron invitados a presentar sus proyectos en el IMHH, en Estados Unidos, en noviembre pasado. Sólo 28 fueron seleccionados.

El IMHH consideró que los premiados son “las personas que, en los próximos diez años, estarán entre quienes conduzcan la investigación en sus respectivos países”.
Pagnussat consideró “un enorme honor haberlo recibido”, y valoró que le permitirá “trabajar con la tranquilidad de tener equipamiento e insumos suficientes para proyectos ambiciosos y que requieren de equipos de última generación”.

“En nuestro laboratorio de la facultad estamos interesados en los mecanismos moleculares involucrados en la especificación celular durante el desarrollo del saco embrionario”, explicó.

La bióloga y su equipo concentran su atención en el gametofito, una estructura de solo siete células, de las cuáles dos serán gametas y cinco células accesorias. Buscan las señales moleculares que permitan saber tempranamente cuál será cuál. También investigan qué hacen las accesorias y cómo lo hacen, cuáles señales moleculares determinan su comportamiento y su eficacia.

Se trata de ciencia básica cuyas implicancias prácticas son difíciles de predecir, pero “como el objetivo de la mayoría de los cultivos es la producción de semillas, es clave entender los mecanismos para que esta producción ocurra”, dijo Pagnussat.

“En mi investigación me hubiera gustado avanzar más rápido, pero los comienzos son lentos y al principio no contaba con becarios. Sin embargo pudimos avanzar mucho en este último tiempo, se abrieron nuevos interrogantes -es lo que mantiene la fascinación y el interés en este trabajo- y ahora tenemos dos proyectos de investigación muy interesantes y promisorios”, reveló.

Pagnussat dijo que admira a muchos científicos pero no designó a ninguno como su ídolo. “En mi lab tengo fotos de mi familia y amigos y fotos buenas del saco embrionario”, bromeó.

La doctora Pagnussat ama, además, el hockey. “Lo jugué desde muy chica en el club Universitario de Mar del Plata, pero en Estados Unidos el hockey se practicaba muy poco”.

“Comencé a jugar en una liga mixta de fútbol y me encantaba. Pero mi corta carrera futbolística terminó con rotura de ligamentos cruzados y ahora me tengo que operar para volver al hockey”, relató.

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