RAZONES PARA DES-SOJIZAR
Recientes análisis del Ingeniero Alberto Lapolla enumeran algunas de las desventajas económicas derivadas del avance de los cultivos transgénicos en la Argentina, y las confronta con las elevadas ganancias de unos pocos eslabones de la cadena:
• La superficie sembrada hoy con soja RR, 35 millones de hectáreas, supera al conjunto de cultivos implantados en 1995.
• Para legar a esto se debió ocupar una enorme cantidad de tierras, históricamente destinadas a la ganadería, la lechería, el monte frutal, la horticultura, el monte virgen, la apicultura, la producción familiar y otros cultivos, que fueron desplazados por la soja, como el girasol, el maíz, la batata y el algodón.
• La sojización ha transformando a nuestra producción agropecuaria casi en un monocultivo, peligroso desde el punto de vista ambiental y respecto de la estructura productiva nacional.
• La Argentina pasó de ser un país productor de alimentos a ser un enclave proveedor de forraje, para que otras naciones –las más industrializadas o en vías de serlo-produzcan carne.
• Hemos llegado al extremo de venderle soja en grano a Chile para que produzca carne aviar y porcina y la exporte, mientras nosotros importamos ambos productos, debido a la reducción drástica de las áreas y los stocks ganaderos y cárnicos producidos por la sojización.
• El aumento del precio de los alimentos de primera necesidad, como las hortalizas, las frutas, los lácteos y los diferentes productos cárnicos tiene relación directa con la disminución constante del área destinada a su producción, ante el avance arrollador de la soja.
• La pérdida de la fertilidad de nuestros suelos que el sistema implica es paliada mediante la fertilización química (contaminante) que implica altos costos, imposibles de afrontar por pequeños agricultores.
• Cada 500 hectáreas de soja RR se genera un solo puesto de trabajo y destruye 9 de cada 10 puestos de trabajo efectivo.
• El tiempo operativo de labranza es de 40 minutos/hombre/hectárea en el caso de la soja, contra 180 del sistema tradicional. Por el contrario, 100 hectáreas destinadas a la agricultura familiar producen 35 puestos de trabajo real.
Fuente: Acción – n° 1021 – 03/09
• La superficie sembrada hoy con soja RR, 35 millones de hectáreas, supera al conjunto de cultivos implantados en 1995.
• Para legar a esto se debió ocupar una enorme cantidad de tierras, históricamente destinadas a la ganadería, la lechería, el monte frutal, la horticultura, el monte virgen, la apicultura, la producción familiar y otros cultivos, que fueron desplazados por la soja, como el girasol, el maíz, la batata y el algodón.
• La sojización ha transformando a nuestra producción agropecuaria casi en un monocultivo, peligroso desde el punto de vista ambiental y respecto de la estructura productiva nacional.
• La Argentina pasó de ser un país productor de alimentos a ser un enclave proveedor de forraje, para que otras naciones –las más industrializadas o en vías de serlo-produzcan carne.
• Hemos llegado al extremo de venderle soja en grano a Chile para que produzca carne aviar y porcina y la exporte, mientras nosotros importamos ambos productos, debido a la reducción drástica de las áreas y los stocks ganaderos y cárnicos producidos por la sojización.
• El aumento del precio de los alimentos de primera necesidad, como las hortalizas, las frutas, los lácteos y los diferentes productos cárnicos tiene relación directa con la disminución constante del área destinada a su producción, ante el avance arrollador de la soja.
• La pérdida de la fertilidad de nuestros suelos que el sistema implica es paliada mediante la fertilización química (contaminante) que implica altos costos, imposibles de afrontar por pequeños agricultores.
• Cada 500 hectáreas de soja RR se genera un solo puesto de trabajo y destruye 9 de cada 10 puestos de trabajo efectivo.
• El tiempo operativo de labranza es de 40 minutos/hombre/hectárea en el caso de la soja, contra 180 del sistema tradicional. Por el contrario, 100 hectáreas destinadas a la agricultura familiar producen 35 puestos de trabajo real.
Fuente: Acción – n° 1021 – 03/09