PRESIONES Y ATRIBUCIONES
En una tranquila sesión del Concejo, donde solo se produjo un hecho curioso, la barra aplaudiendo unánimemente una decisión unánime de los señores Concejales, rescatamos un hecho que pasó sin discusión alguna. El Concejal Alonso desgranó una serie de críticas al desempeño de la Defensoría del Pueblo, fundándose en aspectos estrictamente formales: adujo que mucha de las iniciativas, críticas o sugerencias efectuadas por la Defensora del Pueblo y, sobretodo, sus adjuntos ─ quizás alguna en particular ─ excedían las atribuciones que la Ordenanza de su creación les normaba. Explicó que no se podía aceptar que esa "presión" institucional viniera de un órgano que "depende" del Concejo, órgano que originara su creación.
 
En nuestro parecer el edil asumió una posición formalista desgraciadamente alejada del espíritu que su mismo nombre conlleva: los "defensores del pueblo" recogen inquietudes y las transmiten. En ningún caso que conozcamos, y no son excepción a ello los ejemplos que citara el Concejal, la Defensoría pidió, sugirió u opinó sobre materias que no se hubieran originado en una demanda comunitaria. Cuando se "conoce el paño" y se puede sospechar con fundamento cuantas veces se agitan barras cuasi patoteras para defender intereses minoritarios, a pura fuerza del número "manejado", allí cabría hablar de "presiones" inaceptables y que son empleadas justamente porque son temerosamente aceptadas.
 
Lo que abunda no daña y cuando el Pueblo puede acudir a alguien que escucha y transmite no solo no se atenta contra nadie sino que se está permitiendo una mayor participación, más simple para mucha gente que acudir ─ como señalara el Concejal Alonso ─ a la banca 25 o a las "puertas abiertas de todos los señores Concejales".
Los políticos saben muy bien de presiones, conviven con ellas y es de su seguridad de acción y firmeza ideológica que depende como reaccionen ante ellas. Muy otro es el efecto "presionanate" que el Concejo podría ocasionar a los Defensores si se los reconviene por una formal y restrictiva apreciación de sus funciones.

Si lo que los defensores plantean, por hechos comunitarios que observan y transmiten, no corresponde a alguna realidad que sea necesario considerar, ¿Qué puede ofender a los señores Concejales? ¿Cómo pueden sentirse presionados? Habrán esgrimido sus razones para estar o no de acuerdo con lo planteado. ¿Y cuando se les acerca un tema que puede servirles para mejor conocer lo que sus representados piensan y/o reclaman, que deben hacer, rechazar ese conocimiento porque los dichos de la Defensoría exceden sus atribuciones?
 
Parecería que no es un hecho general, sistemático, "institucional" el que denuncia el Concejal Alonso. Sin que nos atrevamos a asegurarlo parecería que hay más de posición personal, por alguna/s circunstancia/s especial/es que no le han caído simpáticas.
Asesor Guillermo Amor
Concejal Carlos Filippini