Entrevista a Aldo Ferrer
111113_Aldo_Ferrer
Ratifica como eje para profundizar el modelo la política de “crecer con lo nuestro” y rechaza volver al endeudamiento externo. Asegura, además, que la única salida para Grecia es reestructurar su deuda como lo hizo la Argentina.

Por Marcia Dell’ Oca Alonso

Miércoles 9 de noviembre. Facultad de Ciencias Económicas de la UBA. El embajador doctor Aldo Ferrer diserta con voz firme y pausada en la mesa “Economías y proyección regional de la Unasur” del 5° Congreso Internacional de Economía y Gestión Económica 2011 acerca del contexto que imponen la crisis mundial y el fin del Estado neoliberal. Entre la audiencia cosmopolita, varios miembros del Plan Fénix y el ex ministro brasileño, el profesor doctor Bresser Pereira.
Más tarde, en la sala de profesores, ofreció una entrevista exclusiva a Tiempo Argentino. La charla se concretó con sucesivas interrupciones de docentes que no querían perder la oportunidad de agradecerle al Prof. Ferrer sus investigaciones y su impulso a la heterodoxia.

–Se habla de “profundizar el modelo”. Algunos dicen que para eso hay que tomar créditos externos y otros que no hay que tomar deuda sino canalizar el ahorro interno. ¿Qué es “profundizar el modelo” según Aldo Ferrer?

–El desarrollo del país descansa en la posibilidad de tener la economía ordenada, ejercer la soberanía y poder hacer una política económica de acuerdo con los intereses nacionales. No hay ninguna posibilidad de desarrollo económico y social en un país endeudado, sometido a los mercados, desordenado, que no tenga equilibrio en sus cuentas fundamentales del Presupuesto y de balanza de pagos, que no tenga un comportamiento razonable en materia de redistribución del ingreso y de los precios. Lo que caracteriza a la Argentina actual respecto de la que prevalecía en la época neoliberal es que en aquella época estaba vigente precisamente el Estado neoliberal, es decir un Estado endeudado, sometido a los criterios de los mercados y completamente impotente para proteger el interés nacional y el interés de la gente.

–¿Qué cambió?

–Se ha recuperado el Estado Nacional, el Estado soberano capaz de hacer política en virtud de sus propios objetivos. Esto es lo que ha permitido realizar las inversiones y mantener una tasa de crecimiento de la economía –inclusive la mejora de las condiciones sociales– y del empleo en virtud precisamente de la autonomía y la capacidad de hacer política económica. Entonces, mirando al futuro, está claro, porque la experiencia nuestra y de otros países así lo revelan, que pretender crecer a crédito con deuda lleva inexorablemente a la dependencia y al Estado neoliberal. Por lo tanto, todo lo que se ha logrado en esta década sólo puede consolidarse en la medida en que el país refuerce su soberanía, su capacidad de autodecisión, que pasa por una economía competitiva, capaz de generar un excedente de la cuenta corriente de la balanza de pagos, una alta tasa de ahorro e inversión y, en ese contexto, una tasa de crecimiento y de generación de empleo que vaya generando mejoras sociales y que, al mismo tiempo, le dé al Estado los recursos necesarios para hacer las políticas sociales: AUH, mejora de bienes públicos. Entonces, está muy claro que conservar la soberanía es la condición necesaria para el desarrollo económico y social.

–Algunos economistas creen que profundizar el modelo implica volver a devaluar. ¿Está de acuerdo?

–No creo que haya que discutir el tema del tipo de cambio en función de variables nominales, sino en función de las variables reales (balanza de pagos, composición tecnológica de las exportaciones). Si las variables reales se mueven en un sentido tal que la cuenta corriente está sólida y hay un achicamiento del déficit en el comercio de manufacturas, quiere decir que la economía es competitiva. Caso contrario hay que tomar nota de que algo hay que hacer. La competitividad no se logra solamente en el tipo de cambio, sino en otras variables como el financiamiento a la tecnología y la inversión, la integración del sistema productivo con el sistema científico-tecnológico. El país ha hecho un avance formidable con la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, la repatriación de científicos y el énfasis puesto por el gobierno en la articulación de ciencia, tecnología y producción.

–¿Considera acertadas las medidas tomadas por el gobierno para controlar la compra de dólares?

–Cuando se hace una compra de divisas, que haya que justificar el origen del dinero me parece genial, porque en una operación cambiaria están involucrados elementos impositivos de los operadores. Es muy positivo todo lo que tenga que ver con ganar transparencia en el mercado de cambio. Además, hay normas internacionales a las que la Argentina ha adherido contra el lavado de dinero y el financiamiento del terrorismo. Ahora bien, pensar que se puede resolver un desequilibrio básico con controles cambiarios no funciona. Hoy la situación es muy distinta porque la economía está básicamente equilibrada. Y en este contexto, los controles son herramientas legítimas para evitar la evasión impositiva.

–Se habla mucho de la integración latinoamericana, pero existe todavía una importante desarticulación entre las regiones del país. ¿No debería ser prioritaria la integración fronteras adentro antes que la integración hacia afuera?

–Uno de los problemas históricos es la mala distribución de la producción, de la población y del ingreso en el territorio argentino como resultado de la época del crecimiento hacia afuera con énfasis en la exportación de la materias primas de la región pampeana y en el consumo de la región metropolitana. Esta configuración implicó el atraso de una serie de regiones y, desde luego, un escaso grado de integración entre ellas. Hay un proyecto interesante con el Plan Agroalimentario y el Plan de Desarrollo Agroindustrial para integrar las cadenas de valor en los lugares de producción de las materias primas. Seguimos teniendo espacios vacíos y la única forma de poblarlos es incorporando valor a la producción primaria en el lugar y completando las cadenas de valor integradas de escala regional que luego se integran nacionalmente.

–¿Usted pensó alguna vez que iba a ver a Europa como está hoy?

–Europa estuvo mucho peor porque fue escenario de las dos guerras mundiales; ambas desencadenadas por el conflicto franco–germánico, que ya fue resuelto. Ahora bien, a partir del Tratado de Roma, los europeos avanzaron muchísimo en materia de integración, cediendo a la esfera comunitaria herramientas fundamentales de la política nacional, cediendo soberanía. Incluso, en un elemento importantísimo, como es la moneda. Esto genera reglas de juego semejantes dentro de un espacio en el que hay enormes diferencias de competitividad y de poder económico, como por ejemplo Grecia y Alemania. Estas asimetrías más las consecuencias de la hegemonía de la actividad financiera han llevado a un proceso exagerado de endeudamiento de varios países. Este proceso encontró a los Estados europeos, al igual que a los demás países industriales cuando estalla la crisis, en la obligación de salir a desembolsar para rescatar a los especuladores. Eso aumentó enormemente el déficit fiscal de los países miembros. Ahora los mercados se sienten incómodos.Los países están buscando recuperar la confianza de los mercados mediante políticas de ajuste. Esto impide resolver los problemas de las deudas soberanas porque los deja a merced de los ataques especulativos. Ante estos, la política comunitaria es más bien un intento de apaciguar a los mercados, antes de ponerlos en caja, controlarlos como deberían hacerlo y poner las finanzas al servicio de la producción y no de la especulación.

–Grecia tiene una deuda del 140% de su PBI, la nueva deuda y el ajuste pueden llevarla al 180 por ciento. ¿Le conviene salir del euro?

–Grecia está en una situación no viable de endeudamiento para lo que hay una única solución: la reestructuración para ponerla en términos manejables con recursos propios. Esto quiere decir que hay que tener en la actividad económica una situación ordenada. El éxito de la reestructuración de la deuda argentina se basó en la recuperación simultánea de la solvencia fiscal y el superávit primario, se obtuvo competitividad en la economía y, por ende, superávit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, generando excedente para saldar la deuda reestructurada. El problema de Grecia no es sólo reestructurar su deuda, sino, por sobre todas las cosas, poner en orden su cuenta corriente y allí está la dificultad principal, dado que está operando con un gasto excesivo respecto de lo que produce. Es mi vieja tesis de “vivir con lo nuestro”. En el mundo globalizado, los únicos países que funcionan son los que están parados sobre sus propios recursos.

http://tiempo.elargentino.com - 131111