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No es nuevo y ya lo venimos resaltando en todas nuestras publicaciones que el macrismo deja al país en un estado calamitoso.

Podemos resumir que el renacimiento oligárquico deja un país con una inflación duplicada, 150.000 nuevos desocupados, duplicada la deuda pública comprometiendo a varias generaciones de argentinos, destruido el aparato productivo con una industria al 50% de su capacidad instalada, un salario real reducido de tal manera que ha pasado a ser el peor en el continente solo superado por Venezuela, destruida la ciencia y la tecnología, implosionada la educación pública, cancelada la salud pública, con una pobreza que llega al 40% de la población  y anulada la soberanía nacional volviendo a convertir a la patria en una colonia supervisada por el FMI y a merced de los intereses de eje Anglo-Americano.

Las bombas económicas que están activadas, perfeccionando el mecanismo de concentración económica y el máximo traspaso en la historia de dinero desde las clases medias y bajas a la clase alta, de manera tal de aportar a sus intereses comerciales y de negocios posicionando a sus socios en las energéticas, la producción rural y la patria financiera, están a punto de explotar.

El ataque a los trabajadores, a los jubilados, a las economías regionales, a la economía social y cooperativas, a los pequeños productores, a las PYMES, a los comerciantes, la estigmatización constante a los maestros, a los científicos, a los Organismos de Derechos Humanos, perfeccionados con los instrumentos mediáticos y el apoyo judicial y el apoyo del aparato represivo, han lastimado profundamente el tejido social.

Todo esto se ha realizado con una aplicación a la tarea digna de ser remarcada, sosteniendo lo que se conoce desde casi el comienzo de la civilización como es que la repetición constante lleva a la concreción de los fines perseguidos.

El odio al peronismo, revivido como nunca desde la vuelta a la democracia, consiguió personalizar en Macri a su mejor alumno aunque no se quedaron atrás sus secuaces más notorios como la hasta ahora gobernadora Vidal, o la ya renunciada diputada Carrió, o la gran heroína empleada de eje Anglo-Americano y socia de Israel, Patricia Bullrich, tan valiente como para perseguir twiteros opositores como para ser cómplice del ocultamiento del asesinato de Rafael Nahuel o tan esclarecida como para descubrir que Santiago Maldonado se ahogó de vacaciones en el sur, pero tan cobarde como para acusar a los compañeros que traicionó de delincuentes subversivos pisoteando la memoria de los que mantuvieron la dignidad de la lucha por una patria que ella misma traicionó.

Sin embargo, todo esto que ya tiene un alto grado de calamidad, no es lo más importante sino que es subsidiario a la bomba más esencial y por ende más trágica y que queda en evidencia por estos días con el golpe de estado desarrollado en Bolivia.

La negación de la existencia de un golpe de Estado en Bolivia no es solo por una alineación con sus mandantes, del eje Anglo-Americano, sino que es un instrumento a futuro que el mismo Macri o sus secuaces piensan utilizar, porque si logran instalar que el método destitutivo usado en el país vecino es lícito, allanan su propio camino pensando a futuro.

Veamos los paralelismos entre ambas circunstancias históricas y por sobre todo entre los personajes atrás del golpe en Bolivia y su símil argentino.

Aliados de Macri han sido los empresarios que controlan monopólicamente sectores claves de la economía, en general formadores de precios, quienes formaron un grupo de Whatsapp que apoyaba su candidatura.
Estos mismos empresarios, posteriormente a la victoria electoral del Frente de Todos, presionaron abiertamente para imponer sus candidatos a ministros así como para lograr sostener a funcionarios actuales en lugares claves del organigrama estatal (Banco Central, AFIP, Oficina Anticorrupción, ANSES, YPF).
También aceptan participar en el Acuerdo Social propuesto por el gobierno electo pero actúan como si el resultado de las elecciones hubiera sido el inverso ya que exigen seguir manteniendo sus privilegios. Piden más subsidios, ajuste salarial y total rechazo al control de precios y quieren imponer una estructura de precios totalmente favorable a sus intereses.
Este elenco se completa con un sector que apoyó y militó a favor de Macri y lo sigue haciendo muy fuertemente. En la franja central del país (Mendoza, San Luis, Córdoba y Entre Ríos) cientos de productores rurales unidos a través del Whatsapp conformaron el movimiento Argentina del Centro y ya plantean el futuro corte de rutas al estilo 2008 si el nuevo gobierno decide volver al anterior régimen de retenciones.
Este movimiento en su carta fundacional expresa literalmente “Se reclama un reconocimiento de la matriz productiva por sobre el aparato asistencialista. La zona centro, médula espinal del país, propone un cambio de raíz”.

Recordemos además que el propio Macri fue apoyado por las Iglesias Evangélicas hasta el punto de recibir durante la campaña la bendición de un pastor evangélico en representación de su comunidad.

No es secreto para nadie que el actual presidente tiene sus intereses comerciales, entre otros  y especialmente, en el sector energético. Ya no hace falta ni siquiera describir la posición de este sector ya que no es solo propiedad del actual mandatario sino que como consecuencia de esto es el más beneficiado en estos 4 años y concentra en su apoyo desde el amigo presidencial Nicolás Caputo, a Joe Lewis y al conjunto de sus empresas nucleadas bajo el sello de Pampa Energía, más una serie de empresas y empresarios incluyendo no solo a los más conocidos sino sumando empresas medianas y chicas del sector que piensan no solo en no perder sus privilegios sino que están dispuestas a militar la vuelta al gobierno del actual oficialismo sin importar el método necesario para consolidar esta tragedia futura.

Estas características son un espejo perfecto del poder detrás del golpe en Bolivia. Los sostenedores civiles de la ilegalidad en ese país son parte de lo que ellos denominan la media luna, símil a nuestra zona centro no solo por sus características económicas sino también por las política y religiosa.
El personaje Luis Camacho es un empresario de iguales características que Macri, ilustre miembro de los Panamá Papers, con intereses en el espectro hidrocarburífero y una misma posición ante el imperio (no debemos olvidar la reunión entre la hija del mandatario norteamericano, el gobernador Morales y este personaje Camacho en el mes de septiembre de este año en Jujuy).
El odio de clase es otra característica común entre ambos movimientos anclados en la moral religiosa de algunos credos (en Bolivia el 20% de la población responde a estos). Es de resaltar que aquellos credos que basan su moral en la meritocracia dejando de lado la solidaridad universal tal y como lo propone la Iglesia Católica (en este camino debemos recordar que el Papa Francisco en marzo del 2020 encabezará el Congreso Mundial de la economía popular). Quienes propician estas creencias proponen el diálogo solo entre los que consideran iguales (de allí el odio y la discriminación) y se alinean con el modelo social imperial norteamericano sin reconocer más derechos que los otorgados a cada persona por la mismísima voluntad de Dios sin reconocer los derechos humanos ni la igualdad, no solo entre las personas sino entre las naciones.

Estas similitudes aventuran a Mauricio Macri a pensar en presidir la oposición, no solo como ya lo dijo en su stand up en el CCK, sino a alentar a sus secuaces a agolparse alrededor de su figura para instalar la posibilidad de repetir el proceso boliviano.

Ya no es necesario que el futuro gobierno peronista plantee la estatización de los recursos naturales como lo hizo Evo Morales sino que la sola posibilidad de reducir sus beneficios es motivo suficiente para preparar el caldo social para una aventura similar.
Para esto se han afanado en estos días en resaltar que el golpe a Evo Morales no ha sido un golpe de Estado.

Ahora detengámonos en analizar lo que es la bomba más peligrosa que deja el macrismo y la más necesaria de ser desactivada antes que no solo termine de perfeccionar su proyecto de miseria planificada sino que además termine de transformar a la Argentina en una colonia, destruyendo toda posibilidad de construcción de un futuro venturoso en un país soberano.

Esta bomba trata de destruir uno de los pilares fundamentales sobre el cual se apoyó en estos 36 años de democracia el nuevo pacto social argentino, esto es, intenta destruir el Nunca Más.
El Nunca Más no solo fue Nunca Más a los desaparecidos y al terrorismo de Estado, sino es el Nunca Más a los golpes de Estado y esto es lo que apunta cambiar.
Si no se considera golpe de Estado un movimiento como el que se produjo en Bolivia, ya no existirán los golpes de Estado y será lícito ejecutarlos.

Tampoco se debe esperar el apoyo de los medios de comunicación ya que Clarín, La Nación, Perfil, América y sus escribas son parte del esquema que acompañan al macrismo en esta acción.

Pero no habrá futuro para nosotros si esta acción política se consolida y el peronismo tiene en esto una responsabilidad histórica. Solo la concientización de los compañeros que permita descubrir quiénes son todos estos personajes más una campaña abierta de toda la militancia informando a la sociedad enfrentando a esta horda anti pueblo, podrá desactivar la bomba y posibilitar que esta no explote y se lleve consigo el futuro de la Nación.

Mar del Plata, 15 de noviembre de 2019.