El Tesoro tiene que afrontar una deuda por el déficit primario de 200.000 millones de pesos. Los vencimientos totales de deuda en dólares son de 4.700 millones de los cuales 360 millones corresponden a deuda provincial.

Sin los 5.400 millones de dólares del FMI se potencia la posibilidad de una nueva corrida cambiaria. La caída de las reservas que llevó el nivel de libre disponibilidad a 10.000 millones más la bomba de las Leliq nos acerca cada vez más a la hiperinflación.

Las Leliq equivalen al 79% de la base monetaria y al 5% del PBI. No hay dinero para pagar los intereses de estas letras (letras de liquidez) que se renuevan semanalmente y que tienen una tasa del 80%. Estos intereses se pagan con la emisión de nuevas Leliq, transformando esto en lo que llamamos una bola de nieve. Los bancos son quienes tienen estas Leliq que están calzadas con los depósitos de plazo fijo.

Con este panorama parece cada vez más cercana la posibilidad de hiperinflación, acercándonos más a 1989 que a 2001.

Dolarizar la economía fue el objetivo del macrismo tanto como el del FMI. Para esto tomaron esas medidas, asociadas a la restricción monetaria así como a la tasa de interés más alta del mundo.

El plan monetario del FMI fue comprar la deuda por Lebacs utilizando dólares ya existentes más los que se recibieron (comprar deuda en pesos con dólares) y así colaborar al fin de la dolarización. Si se cambiaran todos los pesos a dólares el valor del dólar equivalente sería de 100 pesos por dólar, lo que pulverizaría los salarios.

Esto además está claramente promovido por los factores económicos más poderosos de la economía, lo  que llamamos el campo, la energía, los laboratorios y el poder más concentrado que en general ya dolarizan el precio de sus ofertas. Esta acción es consecuente con lo ya producido históricamente en la Argentina que produjo la salida de la convertibilidad con su consecuencia destructora de la industria y el trabajo nacional. En este momento, bajo esta  situación de dependencia, la dolarización sería desbastadora.

El poder económico de estos sectores se da por un proceso de acumulación de capital en dependencia tecnológica, debido a que el proceso productivo local está dominado por empresas multinacionales con control monopólico de tecnología de punta. Esto se suma a que los dólares que se generan por la exportación de bienes primarios son insuficientes para sostener un proceso virtuoso de desarrollo científico-técnico-industrial creando en definitiva la llamada restricción externa.

El gobierno peronista que esperemos asuma el 10 de diciembre ya es víctima de operaciones mediáticas, económicas y extorsiones de estos sectores para mantener el orden existente tratando de reducir la acción del futuro gobierno a soportar que sea un alimentador de los sectores más postergados.

Solo como ejemplo diremos que las empresas que exportan desde Vaca Muerta quieren crear un fideicomiso en el exterior para depositar el valor del gas y del petróleo dolarizados que solo quieren destinarlos a la exportación. La expresión de la pesificación de las tarifas es un mensaje claro del candidato a presidente como un freno a estas maniobras.

La falta de dólares (como hemos expresado antes, ya que las exportaciones agropecuarias no compensan lo necesario para impulsar la industria y el desarrollo tecnológico necesario), agrava la situación ya que el país no controla ni maneja la renta haciendo la situación más crítica al no tener libertad en la liquidación de exportaciones y la falta de control en la salida de divisas.

Para esto es que pensamos en implementar fondos de inversión a los que podrían aportar los pequeños y medianos ahorristas, que denominamos Fondos de Desarrollo Nacional (FONDENA). El administrador sería el Banco Nación y empezarían operando en el Federal Open Market Committee (FOMC) donde se realizan operaciones entre bancos destinadas a obtener liquidez para cubrir operaciones financieras.

Las tase de rendimiento de estas operaciones varían dentro de los valores que fija la Reserva Federal a través del FedFund. Estos valores en el último año variaron entre el 7% y el 10% en dólares. Los plazos de las operaciones van desde 24 horas a 7 días, 15 días, 30 días y un máximo de 90 días, todos renovables.

Esta operación la hacemos con un concepto nuevo que es el de operar en un terreno donde antes los capitales nacionales nunca operaron, utilizando las mismas herramientas que el enemigo imperial no da.

Las crisis de liquidez en la economía de EEUU sigue y la necesidad de la inyección de dólares con el nuevo marco de reducción de tasas de referencia impone que la Reserva Federal amortigüe la emisión usando la liquidez de estos fondos de aquí en más y en un futuro que no parece de corto plazo.

Con el rendimiento teórico del 7% y tomando la posibilidad de atraer una base de 16.000 millones de dólares en manos de pequeños ahorristas es posible financiar desarrollos científicos-tecnológicos así como la compra de bienes de capital para la industria. Para un rendimiento del 7%, con una comisión del 1%, resulta en un beneficio de 6% en dólares para los ahorristas.

Mar del Plata, 07 de octubre de 2019.