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Opinión

Se han sucedido en distintos lugares del país una serie de accidentes en construcciones que nos obliga a poner en la consideración de la sociedad la necesidad de replantear el tema por parte de los actores involucrados en la actividad.

Nadie puede poner en duda la capacidad de generar empleo que tiene la construcción, más todavía si se suman todas las actividades que le son conexas. Mar del Plata tiene en este sentido una larga tradición y siempre ha reconocido la importancia que el agregado de valor de esta actividad tiene sobre la vida de la comunidad.

Así y todo, en esta última etapa de crecimiento virtuoso del país hemos presenciado situaciones que, si no somos capaces de manejarlas acorde a la realidad actual, nos pueden llevar a pasar por situaciones de mayores dificultades, riesgos y también vanas autocríticas a futuro.

Entre los efectos no deseados que nos han dejado parte de los últimos treinta años, sin duda la ausencia del estado en muchas áreas de control, la desactualización de los códigos de regulación urbana, el deterioro de la educación y los efectos de la flexibilización laboral entre otros, tienen mucho que ver en el estado en que también se desarrolla esta actividad.

Planteado el tema desde lo que vemos que sucede en el país, vale remitir la mirada a lo que nos rodea y observar particularmente nuestra provincia y con mayor atención nuestra ciudad.

Es evidente que no hay actores ajenos al estado de las cosas, cosa que se ve hoy más que nunca, con una sociedad que tiene un alto grado de integración por parte de cada uno de los ciudadanos que claramente se involucran en todos los temas que le son comunes.

Por otro lado, desde la participación de los profesionales intervinientes, por medio de sus respectivos colegios y centros (como ha sido de nuestra parte desde el Colegio de Ingenieros y desde el Centro de Ingenieros) hemos venido insistiendo en la necesidad de revisar todos los temas que hacen a la actividad.

También se han alzado repetidas veces las voces de los trabajadores por medio de la UOCRA, entidad que los nuclea, exigiendo el cumplimiento de las normas vigentes y luchando por mejorarlas cuando así lo han entendido (o cuando ha tenido que ser por motivos más graves).

Pero tampoco ha sido ajeno el poder público, tanto desde el Ministerio de Trabajo de la provincia (incrementando el nivel de los controles, firmando acuerdos marco con otras organizaciones involucradas en la temática, entre otras), como desde el propio municipio local (aportando lo suyo desde las exigencias técnicas en los proyectos como en el seguimiento de la ejecución de los trabajos).

Ahora bien, es evidente que aún nos falta mejorar las herramientas, los controles, el mismo trabajo.

Y aquí cabe mencionar lo que Mar del Plata puede y debe hacer desde lo propio, como lo fue en su oportunidad el tratamiento del mantenimiento de las fachadas o de los equipos de transporte vertical, con una visión claramente localista pero con buenos resultados como lo demuestran los más de diez años de aplicación sistemática de las ordenanzas generadas.

Es por eso que si queremos proteger a esta actividad, a esta fuente de trabajo, a esto que debe ser parte de nuestro orgullo ciudadano, debemos hacer todo lo necesario por profundizar las soluciones que se han comenzado a bosquejar, imaginar otras nuevas y seguir mirando el tema desde nuestra propia óptica local, creyendo en lo que somos capaces de hacer nosotros mismos, sin demorar un instante más, a riesgo de caer en las generales de la ley.

Ing. Carlos Filippini

Mar del Plata, 14 de noviembre de 2011.