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SE NOS FUE MARIO...
Y, así son las cosas. El viejo poeta, dicen, se retiró. Pero queda viva, y gozando de excelente salud su obra.

Recordemos su poesía: “inventario”, “Montevideanos”, sus novelas:  “Gracias por el fuego “, “Primavera con una esquina rota” y la inolvidable “La tregua”. O su obra teatral “Pedro y el capitán”, entre muchísimo otro material, por que el maestro fue prolífico y hasta sus poemas se convirtieron en canciones.

Cuántos nos enamoramos, militamos y resistimos al son de la voz de Nacha y la tremenda música de Favero diciéndonos que: “en la calle codo a codo, somos mucho más que dos”.

Como suele pasar con muchos artistas populares, Benedetti fue denostado por cierta  “inteligentzia cultural” de algunos claustros académicos, que creen, desde un supuesto lugar del saber, con una especie de gran termómetro artístico, quien es y quien no es poeta, artista, etc.
Pero cuando esto sucedía Mario sonreía y veía cómo en Montevideo, Buenos Aires o Cádiz miles de jóvenes leían sus poemas y eran parte de un rito iniciático único: el poder acceder al mágico mundo de la imaginería poética.

Algunos no le perdonaron que su poesía fuera parte de un colgante en la habitación de algún joven enamorado, cómo si esto de ser tan popular fuera un pecado imperdonable para un poeta.

Pero sus escritos no sólo daban cuenta del sentimiento amoroso entre dos personas sino también de otras emociones y pensamientos, y por sobre todo, de su compromiso con la realidad sociopolítica de su país y del mundo.

Compromiso que le costó cárcel y forzosos exilios de los cuales regresó siempre rodeado del amor de sus compatriotas y de latinoamérica toda.

A los 88 años Mario se fue en una extensa gira por otros lares como cuando lo hacía leyendo sus poemas con la guitarra del flaco Viglietti de fondo. Y quizás haya llegado a algún reino espiritual al que muchos llaman cielo, del cual él dudaba, y allí entre extrañado y sorprendido estará poetizando el lugar, diciendo lo que piensa y si no está de acuerdo con algo confrontar ideas hasta con el mismísimo dios o cómo el prefería llamarlo...conciencia.

Félix Bello un día triste de mayo de 2009.