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LA CULTURA, DEUDA PENDIENTE Y ACCIONES ACTUALES II
 La crisis argentina de los 90 con sus políticas neoliberales, y su posterior agudizamiento, con la debacle de 2001, estuvo (quizás como forma de resistencia) acompañada de una notable actividad artístico-cultural. Fue este un indicador de que todo no estaba perdido, y puede interpretarse cómo un indicador de vitalidad y capacidad de recuperación de un pueblo.

Ya en el gobierno de Néstor Kirchner y luego en el de Cristina Fernández comenzó un proyecto cultural de profundización en todas las provincias, especialmente en los grandes centros urbanos, tales como: la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Mendoza, Córdoba, Rosario, Mar del Plata, etc.

Este impulso inicial se amplió y diversificó expandiendo industrias culturales, y asimismo  con la aparición de nuevos y jóvenes talentos mas la afirmación de quienes ya traían una vasta trayectoria a cuestas en expresiones tales como la cinematografía, el teatro, la literatura, la música, el diseño y otras expresiones.

La influencia del cambio político en los últimos seis años ha dado como resultado el fortalecimiento del Instituto Nacional del Teatro, dl Fondo Nacional de las Artes, la política sobre museos, patrimonio intangible y bibliotecas populares; como así también el tratamiento de la futura ley del actor, la ley de mecenazgo en la Provincia de Buenos Aires, y la nueva ley de medios audiovisuales, entre otras.

Debemos decir que estas políticas que se han dado en el marco de una globalización que brinda algunas oportunidades, también generan un peligro de masificación y pérdida de singularidad de nuestra cultura, y es por eso que decíamos que el desarrollo de nuestras industrias culturales tiene un rol fundamental como premisa identitaria de una cultura nacional, popular y latinoamericana, defensora de la diversidad y de el intercambio.

Otro punto fundamental a tener en cuenta es que una buena política cultural debe estar directamente vinculada a la política educativa. Es allí donde la nueva ley de educación propone un cambio estructural, en las formas, los contenidos, y las actividades de aprendizaje.

Si entre variadas lecturas podemos definir a la cultura como al conjunto de paradigmas y resoluciones que una comunidad genera para autointerrogarse y darse soluciones, una política cultural deberá permitir la articulación de acciones económicas, políticas, educativas, científico-tecnológicas y sociales que tengan por norte esta orientación hacia el crecimiento, el desarrollo y el cambio.
 
Cultura Concejal Carlos Filippini
Félix Bello