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LOS ESTUDIOS SOBRE EL PRESUPUESTO MUNICIPAL


En este mes de enero donde la actividad política disminuye sus decibeles por las distintas "vacaciones" de sus principales actores, el tema que mantiene ocupados a muchos es el estudio crítico del proyecto de presupuesto municipal presentado por el ejecutivo.

Y al analizar la actividad nos encontramos con una primera novedad auspiciosa: aparecen, además de los tradicionales, un interesante número de grupos, de variada composición, ocupados en desmenuzar el proyecto presentado.
Decimos auspiciosa porque significa voluntad de participación, un claro valor en el desenvolvimiento democrático de la comunidad. Tradicionalmente ese estudio pormenorizado del presupuesto estuvo reservado a los bloques políticos del Concejo y a alguna escasa voz crítica externa, a pesar de que el presupuesto es la máxima enunciación cuantificada de la política que pretende llevar a cabo un poder ejecutivo.

Como es obvio, de la posición política que tengan quienes analizan y comparan van a depender gran parte de las conclusiones. Unos rescatarán el aumento en algunos rubros otros denostarán carencias o insuficiencias; se aplaudirán criterios o se buscarán trampas. Todas surgirán de ese análisis fino de las cifras.
Nuestra intención es señalar un aspecto capital para el cual no se requiere ese tipo de investigación porque surge claramente de un aborde global informado, además, por lo actuado en el primer año de gestión de esta administración.

Y si, finalmente, debemos detectar una política, debemos dar una definición previa sobre dos políticas diferentes: la política condicionada y la política condicionante.
La primera administra lo que se puede hacer, aceptando casi resignadamente la estructura de lo que se ha venido haciendo, los intereses que anteriores políticas han defendido y el corset legal de los compromisos que, históricamente, han ido construyendo anteriores administraciones.
La segunda implica encarar el cambio en profundidad.

El señalado aborde global, enmarcado en lo actuado durante el año transcurrido, nos está mostrando que, con mayores o menores razones, se ha sucumbido a los condicionamientos.
Y nos explicamos: este presupuesto, como los de los últimos años, nos muestra que los recursos genuinos propios, lo que el Municipio recauda por su propia actividad específica, apenas alcanzan para cubrir un gasto/inversión notoriamente insuficiente a la luz de las necesidades reales de la población y, para todo lo que sea inversión en infraestructura y más, se depende de la Provincia y la Nación. Recursos con los que se puede contar pero con altos grados de condicionamiento. En gran medida son efectos de las reglas del juego y todos sabemos lo que han pesado y pesan en la política lugareña las buenas o malas relaciones que la administración comunal cultive con los poderes centrales.

Este condicionamiento ineludible hace que, para detectar un tipo de política, debamos abocarnos especialmente a analizar lo que se hace con la generación y recaudación de recursos propios y con el mejor aprovechamiento del gasto/inversión. Es el campo donde podrá detectarse la real voluntad de cambio, la que excede el no hacer las cosas demasiado mal y esperar que vengan los recursos de afuera.

La política condicionante en estos rubros propios pasa por preguntarse: ¿Se está recaudando todo lo que se puede recaudar?, ¿Se están aprovechando bien los recursos humanos y técnicos del Municipio para brindar mejores servicios, consolidando así la voluntad de contribuir de los vecinos?, ¿Se está acudiendo inteligentemente a la participación de la comunidad para generar la conciencia del destino común?, ¿Se está tratando de revisar la telaraña de intereses espurios que nos dejara el neoliberalismo salvaje?, ¿Se hace pagar a todo el mundo lo que debe pagarse o se mantienen las exenciones a los poderosos?, ¿Se controla el cumplimiento de la ley a través del fortalecimiento y desarrollo de los órganos de control?, ¿Se tiene voluntad de revisar contratos y prácticas que implican severas ineficiencias, dispendio de recursos y sospechada corrupción?
No alcanza con no ser corrupto para que el cambio adquiera la dimensión necesaria. No alcanza con refugiarse en el desastre técnico y legal recibido ─ a todas luces existente ─ para emprender, a como de lugar, con la progresiva erradicación de las lacras.

La respuesta a estas preguntas son las que revelan la política. El proyecto de presupuesto solo puede darnos algunos indicios y su análisis desmenuzado no alcanza porque solo estudia efectos, no causas.
Tomemos algunos ejemplos: las cifras más importantes que surgen del proyecto en materia de egresos: sueldos y recolección de residuos. Mucho se despotrica al respecto del peso porcentual de los sueldos y cargas en el presupuesto y en todas las críticas subyace el criterio de que se trata de un mero gasto, olvidando que solo puede ser reputado de tal el pago de la ineficiencia. Es decir, los recursos humanos son los que posibilitan el funcionamiento, la prestación de servicios y, por ende, la recaudación. Si son mal empleados, y en la medida de ese mal empleo, su mantenimiento puede ser considerado un mero gasto. El empleo eficiente convierte al egreso en inversión para el funcionamiento adecuado. Además, observando la realidad y comparándola con lo que ocurre y/o debe ocurrir en instituciones mejor organizadas, ¿sobra personal en la comuna? Nos atrevemos a decir que, en muchos sectores claves… falta.

Con respecto al problema de la recolección de residuos cabe señalar que existe hoy un sinnúmero de ejemplos, nacionales e internacionales, donde los residuos son un gran negocio que hace directa o indirectamente la comunidad, más que pagando el gasto de recolección y tratamiento. A la comunidad no le sale nada el servicio, en algunos casos llega a ganar.

Es verdad que no es técnicamente aceptable que las retribuciones al personal se lleven prácticamente la totalidad de los recursos propios, pero el hecho nada significa si no se consideran todos los aspectos. En definitiva, se puede sostener que en lugares capitales para el control y la recaudación falta gente y faltan recursos, y que es una cuestión de muy difícil solución porque, políticamente, no se puede ni pensar en tomar más personal. Tampoco se intenta, por políticamente difícil, consensuar un mejor aprovechamiento de los recursos humanos: poner a la gente existente en el lugar que se considere más necesario. En definitiva, no es aventurado afirmar que los egresos por los pagos al personal, para una comuna de la magnitud de la nuestra, muy lejos están de ser excesivos y esto es una cosa más que debería conocer la comunidad a través del control y la aprticipación.

El tema residuos es mucho más espinoso, porque es el principal ítem de gasto fuera de los sueldos y sobre su ineficiencia final no caben mayores comentarios. Seguir con el actual régimen es resignar voluntad política y hacerse sospechoso de incorporación a las malas prácticas reconocidas.

Si, además, por el lado de los egresos específicos observamos cuan evidentemente lejos se está del nivel adecuado en salud, educación, servicios básicos, equipamiento y mantenimiento del patrimonio, etc. nos encontramos en que es ocioso denunciar algún déficit en particular porque en realidad en todos los ítems hay severas insuficiencias. Y la política no puede agotarse en la definición de que parte del cuerpo cubre mejor la corta manta.

Con todo lo que puede decirse sobre gasto ineficiente, entendemos que el problema mayor es la escasez de recursos y ella es producto de múltiples causas: legislación deficiente, controles inexistentes de hecho, mecanismos de recaudación ineficaces e ineficientes y, como efecto de todo lo anterior, un alto porcentaje de evasión y/o elusión.

La política condicionante pasa por todo lo que se intente para erradicar status quo viciosos que signifiquen gastos improductivos y atentados contra la recaudación debida. Repárese que cuando el aparato municipal funciona inadecuadamente, cuando los controles legales adecuados no existen, se desalienta al buen contribuyente y ampara al evasor. Los regímenes poco cristalinos de exenciones y excepciones que vienen de antes y no se revisan también hacen bajar muchos brazos y dan sensación de que son lo que hay como si fuera una condena a perpetuidad.

Para no seguir extendiéndonos en un tema casi inagotable terminamos planteando que el presupuesto, con una estructura muy similar a los anteriores, refleja lo que se está viendo: una administración prolija del desastre heredado. Una política muy condicionada.
Y, para no pecar de voluntaristas, algo largamente existente en política pero invariablemente vano, podríamos aceptar que la maraña de intereses, mala legislación y situación general dificultan la pelea real. Sería, claro está, aceptar como un sino algo que no es más que un problema a solucionar mediante una voluntad política adecuada y un esfuerzo al que hay que convocar a toda la comunidad.
Y entonces proponemos el arma mayor, muy poderosa y por tal temible para el que detenta el poder formal: la participación.

En concreto, dos aspectos de la participación no atendidos:

1) existen muchísimos recursos de valor en el personal municipal de planta, recursos que no se emplean y aún se esterilizan porque los funcionarios políticos, salvo raras excepciones, no los llaman a participar, no atienden sugerencias ni generan mecanismos de apoyo a las iniciativas, y

2) el principal déficit, no se acciona proactivamente para generar participación comunitaria que guíe, complete y apoye lo que se deba hacer para ir erradicando aquellas lacras planteadas.

No se pueden soslayar las dificultades que entraña la tarea de luchar contra poderosos y malas prácticas establecidas y cristalizadas.
Si se pretende contar con el apoyo de los sostenedores de cualquier statu quo no se puede emprender ningún cambio de importancia.
Si se atreven a hacer historia tienen que convocar el apoyo del pueblo ─ de todos los sectores de buena voluntad que lo integran y son mayoría ─ y hacerlo participar en la pelea.
 
Asesor Guillermo Amor
Concejal Carlos Filippini